
Día de lluvia en mi Alberdi querido.
Cuando vas caminando, con el corazón en la boca. Miras el reloj, cada dos por tres. Son las 18:54hs, caminas. Miras de nuevo; son las 18:58. La cita, estaba dicha a las 19hs. No llegas. Los pies deciden ir primeros, el cuerpo acompaña detrás. Un charco mas. Intentas seguir, más rápido, pero no te dan para más. Miras al pasar, todo se viste del mismo color; un celeste inmenso, que para que explicar. Cortas camino. Linda cuadra esa, en la que vas. Un par de pintadas, que te alientan a apurar. Aunque den ganas de mirar. Seguís. Un nuevo charco, como si te buscaran al caminar. Ondas respiraciones, el pulso algo acelerado. Por santa rosa derecho, vas. Al Clínicas, ya no lo ves. Queda menos. Estas con lo puesto, solo un papel y ese, chip? Que cada tanto tanteas, a ver si están. Llegas tarde, lo sabes. Es entonces que algo hace que quedes en silencio, en tu interior. Concentración. Sonrisa. Si, se siente como murmureos al oído, como música del alma, esos bombos, esos cantos. Pecho inflado. Alegría en el corazón. Algo húmeda, por esa fina agua que te hace refrescar y molestar. Tu motor, hace rato que arranco. Pasos apurados, entre corrida y parada, ya casi estas. Un par de palmadas, algo habitual. Molesto, pero acostumbrada. Y entonces, ahí te ves. Mirando para a arriba, caminando hacia el medio. Buscando esas caras, que necesitabas ver. Segundo para-balan chas, ahí están. Los de siempre. Seña va, seña que viene, subís. Te "acomodas" y entonces, miras a el alrededor. Y si, ya esta. Un poco tarde, pero con la adrenalina de estar. Respiras hondo, sabiendo que ya esta. Llegaste y el te supo esperar. Mi gigante, una vez mas te veo renacer.